SÍNDROME DE SJÖGREN

El síndrome de Sjögren es una enfermedad autoinmune crónica en la que el sistema inmunológico del cuerpo ataca y destruye las glándulas que producen lágrimas y saliva. Como resultado, las personas con síndrome de Sjögren pueden experimentar sequedad en la boca y los ojos, así como otros síntomas como fatiga, dolor articular y muscular, y problemas de memoria y concentración.

Epidemiología:

El síndrome de Sjögren afecta a entre 0,5% y 1% de la población general en todo el mundo y es más común en mujeres que en hombres. La mayoría de las personas que lo padecen tienen más de 40 años.

Factores de riesgo:

El síndrome de Sjögren puede ocurrir en cualquier persona, pero hay algunos factores de riesgo que pueden aumentar las posibilidades de desarrollarlo, incluyendo: ser mujer, tener antecedentes familiares de enfermedades autoinmunitarias, tener una enfermedad autoinmune existente, como lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide o esclerodermia, y ser mayor de 40 años.

Patogenia:

En el síndrome de Sjögren, el sistema inmunológico del cuerpo ataca y destruye las glándulas que producen lágrimas y saliva. Esto causa sequedad en la boca y los ojos, así como otros síntomas.

Anticuerpos:

Algunos de los anticuerpos que se pueden encontrar en personas con síndrome de Sjögren incluyen anticuerpos anti-Ro/SSA y anti-La/SSB. Sin embargo, no todas las personas con el síndrome tienen estos anticuerpos y, a su vez, no todos los pacientes con estos anticuerpos presentan el síndrome de Sjögren.

Clasificación:

Existen dos tipos de síndrome de Sjögren: primario y secundario. El síndrome de Sjögren primario ocurre por sí solo, mientras que el síndrome de Sjögren secundario ocurre junto con otra enfermedad autoinmune.

Clínica:

Los síntomas principales del síndrome de Sjögren son la sequedad en la boca, garganta y los ojos, aunque también pueden ocurrir otros síntomas como fatiga, dolor articular y lesiones cutáneas. En algunos casos puede verse afectado el pulmón o el sistema nervioso.

Diagnóstico:

El diagnóstico del síndrome de Sjögren implica un examen físico, una revisión de los síntomas y antecedentes médicos del paciente, y pruebas como análisis de sangre, pruebas de función salivar, de producción de lágrima, y/o una biopsia de las glándulas salivales.

Diagnóstico diferencial:

El síndrome de Sjögren puede ser difícil de diagnosticar porque algunos de sus síntomas son similares a los de otras enfermedades. El diagnóstico diferencial debe incluir otras enfermedades autoinmunes y otros trastornos.

Tratamiento:

No existe cura para el síndrome de Sjögren, pero los síntomas pueden ser tratados con una combinación de terapias, como lubricantes oculares y bucales, medicamentos para aumentar la producción de saliva, y medicamentos para tratar otros síntomas.

Consecuencias:

El síndrome de Sjögren puede tener consecuencias a largo plazo, como un mayor riesgo de infecciones en la boca y los ojos, caries dentales, y problemas de deglución.

 

Si sospecha que puede tener síndrome de Sjögren, debe buscar atención médica para realizar un diagnóstico preciso y recibir el tratamiento adecuado.

En al apartado de recursos de la página web puede encontrar algunos recursos online para pacientes y ampliar la información.